El senador Blas Llano, titular de la Honorable Cámara de Senadores y el Congreso Nacional, remitió una nota al presidente de la República, Mario Abdo Benítez, en la que se refiere a la Reforma del Estado. En la misiva, el legislador remarca su posición e insiste en que para dar legitimidad a esta tarea, la convocatoria debe ser pluralista, amplia e inclusiva; integrada por fuerzas políticas, gremiales, sociales, en el marco de un genuino patriotismo, por encima de todo tipo de diferencias.
La nota remitida por el titular del Poder Legislativo, sitúa el documento en medio de la Emergencia Sanitaria decretada por el Gobierno Central, y la difícil situación por la que atraviesa el país, en relación a las reuniones sobre la Reforma del Estado que vienen realizándose.
“Sobre la cuestión abordada en las reuniones referidas, me permito señalarle que cuento con un documento concreto y puntual sobre “La Reforma del Estado y Combate a la Pobreza”, cuya copia acompaño a la presente. El citado documento fue redactado en consulta y cooperación con un grupo de profesionales altamente calificados, coordinados por los señores Martín Burt Artaza y Carlos Mateo Balmelli”, destaca el senador Blas Llano.
En el citado documento se señala que “La crisis del COVID-19 obliga por un lado, a reorientar el gasto público hacia la salud y otros servicios prioritarios y, por otro lado tomar en consideración la grave vulnerabilidad de las familias paraguayas y, que una reforma del Estado que no contemple un mayor protagonismo de las familias paraguayas corre el riesgo de continuar con un gasto público excesivo y desconectado de resultados que aseguren que la prosperidad del crecimiento económico y aumento del PIB se refleje en el bienestar y la no pobreza de las familias” .
Surge un cuestionamiento si “Las sostenidas reuniones sobre la reforma del Estado ¿deberían responder solo a algunos grupos y sectores políticos o sindicales?” Ante esto, la respuesta contundente es “No, necesitamos emprender una reforma del Estado seria, rigurosa, factible y genuina, que de una buena vez asuma y enfrente los grandes retos que requiere el caso, que responda a los grandes problemas y requerimientos de toda nuestra sociedad, para así contribuir en la construcción de un Paraguay desarrollado, pujante, justo e incluyente, que potencie la gran vitalidad de la sociedad toda; y al mismo tiempo ponga especial esfuerzo en reducir la desigualdad y la pobreza; incluyendo a los grandes sectores sociales históricamente marginados.
EXTREMA GRAVEDAD DE LA SITUACIÓN
La nota firmada por el legislador, indica, además, que “Dada la situación de extrema gravedad por la que atraviesa el país, creo oportuno remontarnos al origen mismo del significado de un nuevo contrato social, debiendo por lo tanto hacer una referencia a la teoría misma del contractualismo, aquella doctrina clásica que encuentra su base en los escritos de Roousseau, Locke, Monstequieu y otros; que sustentan la existencia del Estado en un contrato social por el cual al mismo tiempo que se construye la legitimidad del poder político, se consigue el apoyo consciente de la ciudadanía.
Ese contrato debe contemplar y responder a los intereses individuales y colectivos de una determinada sociedad, apoyada en el principio de la equidad y el respeto a los derechos individuales y sociales y, ese renunciamiento lleva a que los individuos acepten un orden político, vivan y consagren su libertad dentro del Estado”.
Refiere también que el constitucionalismo occidental refleja ese fenómeno, “se podría decir que nace y evoluciona con el Revolución Francesa: ¡¡todo país que no tenga reconocido los derechos, dividido el poder y, protegidas las libertades, carece de Constitución!! En el caso paraguayo ya el Reglamento de Gobierno de 1813 decía al pueblo paraguayo “Cumpliendo con lo ordenado por V.M. y teniendo en consideración las precisas circunstancias con el justo fin de consolidar la unión y precaver cualquiera desavenencia en lo ulterior, hemos formado de común acuerdo el siguiente reglamento de gobierno. Artículo 3: Su primer cuidado será la conservación, seguridad, y defensa de la República con toda la vigilancia, esmero y actividad que exigen las presentes circunstancias”, remarca y añade que en aquel tiempo, estaba en juego la existencia misma de la República del Paraguay.
Luego, en un breve relato señala que, transcurrió el tiempo, sobrevivimos a una guerra de exterminio, y a otra guerra internacional, donde el Paraguay logró superar antagonismos estériles y construir una verdadera unidad en defensa de la heredad patria, circunstancia ésta que permitió al conductor de aquella contienda bélica afirmar que: “Si un pueblo debe ser grande por la inteligencia, el valor y el sacrificio de sus hijos, digo que el nuestro está llamado a los más altos destinos”, y salimos airosos, dice a modo de destaque.
El senador Llano se dirige al titular del Poder Ejecutivo y señala que “Como liberal, quiero rescatar igualmente la figura austera y victoriosa de un gran patriota, que en silencio admirable preparó al Paraguay para la contienda del 32, el Dr. Eligio Ayala, de honestidad radical, que soportó infundios mientras silenciosamente preparaba a su patria para la defensa de la heredad nacional, ese esfuerzo emociona profundamente y nos compromete de corazón con el esfuerzo que debemos asumir para superar este difícil momento al tiempo de diseñar y construir un nuevo modelo de Estado”.
Recuerda que “así llegamos en 1992 a promulgar una Constitución de hondo contenido libertario, social y solidario. Los paraguayos podemos vencer las más grandes adversidades para construir un futuro luminoso y digno para todos los hijos de esa bendita tierra guaraní”.
“Hemos tenido un evento casi fundacional muy reciente, donde iniciamos la superación de años y años de autoritarismo, persecución, exilio y desarraigo de compatriotas. ¡La Convención Nacional Constituyente de 1992 que definiera al Estado paraguayo como Social y Democrático de Derecho! Hoy enfrentamos un momento crucial, y sin temor a exagerar, convencido estoy, que se encuentra en juego el futuro mismo de nuestra patria, nuestro pueblo; que exige de sus representantes honestidad, valentía y compromiso para construir un país mejor”, indica en otra parte del escrito.
Anuncia, además, que cuando la emergencia sanitaria haya quedado atrás, además del balance que se lleve a cabo, será natural que en los distintos países se recapitule sobre lo ocurrido, se planteen los ajustes y modificaciones que deberán emprenderse para afirmar, corregir o fortalecer el aparato institucional, dice el maestro Diego Valadés, y el Paraguay debe ser el primero en la región en hacerlo, tenemos las condiciones políticas, económicas y sociales para lograrlo.
“Mientras, Jaime Cárdenas García nos sugiere que la experiencia positiva que debemos sacar de esta tremenda crisis, es la de determinar cuáles son las fragilidades y fortalezas del modelo de Estado que hemos estado alimentando, para así diseñar, debatir y construir un nuevo modelo de convivencia, debemos dialogar e ir más allá y plantear a todos los paraguayos y paraguayas un nuevo contrato social, porque el actual se ha agotado, no responde a las necesidades y reclamos ciudadanos, porque este modelo solo genera mayor pobreza y exclusión cada día, una salud pública empobrecida, una educación deficiente y elitista, que niega los derechos fundamentales a la mayoría del pueblo. No ha construido una sociedad justa y equitativa, sino todo lo contrario: tenemos un Paraguay que privilegia a una minoría”, destaca la nota.
“Como Liberal Radical Auténtico, recupero la tradición de defensa de las libertades públicas, de la igualdad ante la ley y el derecho a propiedad, pero esa misma filosofía liberal nos enseña, desde Tomas Paine (s XVIII y XIX), John Stuart Mills hasta llegar a John Rawls ya a finales del siglo XX, llegando hasta el Paraguay con la enseñanza de Eligio Ayala, Lisandro Díaz León, Carlos Pastore y otros, que el liberalismo paraguayo, reteniendo la centralidad del individuo y de las instituciones políticas designadas para su protección, se abre a las preocupaciones sociales, a garantizar los servicios públicos, a la educación y salud pública, a la protección del consumidor, a garantizar las reglas de competencia, donde el individuo ya no solo se afirma frente al Estado, sino que precisa de este para su desarrollo”, refiere también el senador Llano.
Agrega que en el Paraguay, así como en todo el occidente de la segunda mitad del siglo XX, el liberalismo se entronca directamente con las políticas bienestaristas tan común en los países occidentales, y ahora, en medio de esta tragedia que estamos viviendo se vuelve más actual que nunca: solo sumando todas las fuerzas sociales, con un aparato estatal reformado, ágil, podremos salir adelante.
En momentos en que se invoca con fuerza a Keynes para fortalecer y argumentar una mayor presencia del Estado, debemos recordar que el mismo también habla de un fortalecimiento institucional paralelo, importante para asegurar el nivel democrático, protegiendo los derechos individuales.
“Como Liberal Radical Auténtico, estoy convencido que el Partido se encuentra en condiciones de aportar positiva y decididamente en este proceso crucial que no tolerará errores”, señala el documento y agrega que “El gobierno debe implementar políticas económicas, sociales y jurídicas, y para que esto avance con firmeza y vigor se requiere de un marco normativo claro, bien especificado y con una orientación dibujada en nuestra Constitución, lo que sugiere que debemos aprovechar la experiencia vivida en todos estos años post 92, y la que nos deja la crisis; pero al mismo tiempo pensar en instalar un modelo de Estado con el afán de permanencia, con los instrumentos necesarios para acompañar el desarrollo del país, despojado de aristas autoritarias que impidan el desarrollo de la economía social de mercado”.
LEGITIMIDAD
Ahora bien, señala, y agrega que “apoyo esta iniciativa y concurro en calidad de presidente del Congreso, pero debe entenderse claramente dos cuestiones: la misma será sometida a consideración del Pleno de la Cámara de Senadores y, fundamentalmente que el marco de la participación ciudadana debe ser ampliada sustancialmente, tanto en cantidad como en la diversidad de los sectores invitados o representados”.
Para el presidente de la Cámara Alta, “los titulares de los poderes del Estado, los partidos políticos con representación parlamentaria constituyen un aspecto sustancial, pero resulta completamente insuficiente si no incorporamos a los sectores gremiales, sindicales, sociales, académicos. Para que tenga suficiente legitimidad y fortaleza deberían incorporarse, como mínimo, a los intelectuales, la academia, a los grandes sindicatos de trabajadores del sector público y privado, a los gremios empresariales, industriales, ganaderos, productores rurales en general, y al movimiento social”.
Considera el legislador que los grandes acuerdos, a más de negociarse, debatirse, acordarse; deben cumplirse, y esto constituye el objetivo ineludible. Por ello se debe tener una gran legitimidad, no solo de origen, sino de también de ejercicio.
Por ello, manifiesta que no se debe perder de vista el mundo contemporáneo, el derecho comparado. Los Pactos de la Moncloa, y el acuerdo uruguayo post régimen militar autoritario, constituyeron acuerdos políticos, sociales y económicos de gran envergadura, que permitieron superar un autoritarismo inmovilizante y construir una sociedad democrática más estable y con desarrollo social. Estos países, empujados por la devastación causada por la pandemia, plantean un nuevo pacto social.
“Por ello la insistencia que la convocatoria debe ser pluralista, amplia e inclusiva; integrada por fuerzas políticas, gremiales, sociales, en el marco de un genuino patriotismo, por encima de todo tipo de diferencias. El pueblo así lo reclama, la realidad lacerante que vivimos no admite dudas ni oportunismos logreros. De darse esta amplitud, ahí estaremos nosotros, con toda nuestra fuerza y voluntad”, destaca el titular del Congreso Nacional, quien al concluir su escrito remarca al presidente de la República que, concurre con toda buena voluntad y confianza, pero con el reclamo de una convocatoria amplia, incluyente y pluralista, cobijada del espíritu democrático que establece nuestra Carta Magna. “Nuestro pueblo merece ese desprendimiento y compromiso con el futuro”, puntualiza.